Los tratamientos actuales -fármacos, rehabilitación y gimnasia- permiten en la mayoría de los casos controlar los síntomas y la evolución de la enfermedad.

El dolor en la parte baja de la espalda empeora por la noche, en la mañana o después de un período de inactividad. Se presenta también dolor y rigidez en la cadera, movimientos limitados, sobre todo cuando están involucrados los relacionados con la columna y las caderas. Puede observarse en pacientes encorvamiento crónico, dolor en el cuello y en los talones.

En algunos pacientes la enfermedad puede comenzar con inflamación de una o varias articulaciones: rodillas, tobillos, dedos del pie, o por dolor debido a la inflamación de aquellas zonas donde se fijan los ligamentos y tendones a los huesos, como el talón o el tendón de Aquiles.

En su evolución se producen ataques o brotes sucesivos de dolor lumbar, con o sin síntomas de artritis (en hombros, caderas, rodillas o tobillos) o de inflamación en los puntos de unión de tendones y ligamentos al hueso. En el tiempo que media entre ataque y ataque de la enfermedad, el paciente está libre de síntomas y puede realizar su vida familiar y laboral normal, excepto en aquellos pacientes en que se vea afectada la cadera.

Produce un dolor lumbar de características especiales, más intenso durante el reposo nocturno, acompañado a veces de artritis (inflamación) y de dolor en los puntos del esqueleto donde se fijan los tendones y ligamentos de los huesos.